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jueves, 26 de julio de 2012

Ser líder y sevir


Caminos los hay de todo tipo, opciones, oportunidades y posibles destinos para desembarcar nuestro barco de la vida. Cada quien lo conduce según le parezca conveniente tal como lo aprendió de quien fue su instructor o instructora, de las experiencias e influencias ideológicas de los demás. Ese gran navío que representa nuestras vidas toma el rumbo que nosotros le damos, ejerciendo el poder de capitanes y guiadores de nuestro propio destino.

Pero, surge una pregunta: ¿qué tan buenos capitanes somos? Talvez, superficialmente, vemos que todo marcha bien por el simple hecho de que no nos aquejan los problemas, que no padecemos necesidades ni conflictos con los demás. Si realmente así fuese, entonces la vida sería tan fácil que no nos preocuparíamos por darle un sentido, sin embargo, no es así. Muchos lo ven de esta manera quizá porque viven dentro de si mismos y su egoísmo les hace pensar que, como ellos están bien, los demás no importan, crean un estado de apatía con lo que les rodea impidiéndoles ver la realidad de su entorno.

Entonces, si hay problemas fuera de mí ¿qué tienen que ver conmigo? La respuesta está en el lugar que tú ocupas en esta vida. Si Dios te dio la oportunidad de nacer en este mundo, no lo hizo para rellenar un espacio en la sociedad sino para que te enfrentes con valentía a las dificultades, para que tus manos sirvan de ayuda a aquel que se ahoga en este inmenso océano y para que lleves tu embarcación a la cima del éxito. Se escucha y se dice fácil, pero sabemos perfectamente que no es así, que todo lo bueno que se quiere lograr cuesta y requiere la perseverancia, convicción y fe en nosotros mismos.

Ahora surge otra pregunta. Si alcanzar estas metas es tan difícil ¿cómo lo lograré? ¿Qué debo hacer? Piensa por un momento si el lugar que tú mismo te otorgas en esta sociedad es de los primeros o quizá de los últimos. Con esto me refiero a que si tú eres de las personas que toman la iniciativa, se arriesgan, trabajan por lo suyo y para los demás o, por el contrario, eres de aquellos que esperan que otro u otra decida sobre sus vidas, que no te interesa trabajar por tu futuro y te escondes cuando se trata de ayudar. Estas personas son las últimas en una sociedad agitada pues son manipuladas, utilizadas y puestas al margen debido a que no se atreven a ir por más.

Si en verdad estás dispuesto de una vez por todas a tomar el mando de tu barco, empieza desde tus adentros, construye pilares de confianza, descubre y desarrolla tus destrezas para que se vuelvan habilidades y, en base a ellas, emprende la lucha con paso firme para tomar con coraje las riendas de tu destino. Deja ese temor a ahogarte o accidentarte en el océano de la vida pues los errores son inevitables, aunque de ellos se aprende más que de las victorias. Piensa con sentido humano, sensibilízate, aprende a discernir y conviértete en un agente de conciencia en tu entorno. Motiva a las personas de tu alrededor a soltarse de las cadenas y las adicciones terrenales para que salgan de la esclavitud y, al igual que tú, zarpen hacia el mar en busca de sus sueños.

Cuando hayas hecho todo esto, pregúntate a ti mismo: ¿Qué rumbo debo tomar? ¿Qué camino es el mejor para mí? Es aquí donde debes ocupar tu brújula que ha estado contigo desde tu nacimiento. Esa brújula son tus padres. Ellos conocen los caminos, ya han navegado, aunque talvez naufragaron, pero su sabiduría los hace invaluables. Sigue sus consejos y andarás por buen camino. Al mismo tiempo, hay algo más que está ahí siempre, que te ilumina, te guía en la oscuridad y aclara todos los caminos. Esa persona es Dios, el que jamás te va a privar de su luz y, como el sol que se asoma y sale en el horizonte para luego esconderse en el crepúsculo siguiendo un ciclo eterno, así también Dios ha estado desde el inicio de tu vida dándote salud, amor y entendimiento para hacer de ti uno de sus servidores.

Todas estas herramientas harán de ti un capitán que no defraudará a su barco, que no va a sucumbir ante las embravecidas aguas, que lo superará todo, lo vencerá todo, irá contra la corriente y quizá lo pierda todo menos su espíritu de lucha con el llegarás al final del recorrido. Y ¿cuál es el final del recorrido? Ese es haber alcanzado tus metas, vivir tus propios sueños, ser feliz con lo que tengas en ese momento hasta regresar a las manos del creador en paz y sintiéndote orgulloso de todo lo que lograste con tu barco.

La vida es una aventura llena de retos, fracasos, glorias, errores y reivindicaciones, pero al final todo esto suma experiencia para aquel que se atreve a vivir buscando sus objetivos los cuales son conquistados por hombres y mujeres líderes positivamente, con iniciativa de acción, que ejercen su influencia en los grupos, que contribuyen de manera voluntaria en proyectos comunitarios y que aportan sus habilidades, no solo para bien propio, sino para bienestar común.

Esas personas valientes que viven con pasión cada día y que dejan todo en cada labor que hacen, son los verdaderos artífices de la historia de la humanidad y marcan huellas imborrables en las mentes y los corazones de aquellos con quienes compartieron. Así pues, ustedes también están invitados a dejar su huella en esta vida, una huella positiva y que tus acciones, encaminadas al porvenir de la sociedad, queden inmortalizadas en cada persona que se benefició gracias a tu solidaridad. Seamos líderes de nuestro futuro y sirvamos, ante todo, a la causa de nuestro Señor.

Fecha de redacción: 15.07.11
Dedicado a mis amigos y amigas, mi segunda familia, el grupo CreEs


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