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lunes, 24 de diciembre de 2012

Ha nacido el rico


Cuántas navidades, dice el señor. Cuántas navidades voy a nacer entre cuchitriles mercantiles, la oferta más barata, el sale y la famosa cachada de aquellas almas en pena que se rebuscan como zopes bajo las faldas del gran San Salvador. Cuánto más va a durar el sistema al que Ellacuría llamó con sarcasmo “A sus órdenes, mi capital”.

Y es que cada diciembre la bolsa del pobre se infla y se desinfla casi al mismo tiempo. Llega el aguinaldo, y así como llega se va, como un trozo de pastel que se reparte entre las fieras hambrientas encabezadas por el sacrosanto estreno, la pata de elefante, el chumpipe, los juguetes, los morteros y de vez en cuando se acuerdan de las deudas, el banco, los impuestos, la matrícula escolar y el ahorro en caso de emergencias.

Claro, lo último dicho es la circunstancia número novecientos mil entre todas las demás que se nos implantan en el cerebro para estas fechas. A la salvaguarda de este sistema de cosas vienen los “por siempre malditos” comerciales de la hora prime para quemarnos los ojos con sus exuberantes noches de compras, las ofertas del Super, el descuento para su carcacha, préstamos, bonos, mega bonos y súper bonos, típicos de las compañías telefónicas.

Últimamente, los treinta segundos de muerte infernal cuando se está frente a la tele se han pintado con los discursos de la partidocracia y sus “distinguidísimos e intachables” personajes que desde ya se les oye nombra como “señor presidente”. La mejor cara, los mejores deseos, sencillez y alarde de campechanos. Nada mal para quien se postula como candidato a la presidencia.

Y mientras ellos hacen su campaña con todo lo que pueden bañar en sus tintes del mal, nuestro actual “Faraón” despotrica contra todos sus opositores. Parece que a él se le olvidó que en diciembre las “magnánimas leyes de Santa Claus” dicen claramente que en diciembre hay que soñar, reír y gastar; no obstante nuestro mandatario tiene pesadillas con los empresarios del transporte público, ríe pero de su desgracia y gasta, sí, gasta, pero gasta hasta más no poder la frase “por culpa de los veinte años de ARENA” y también su nuevo y tan repetido lema que no hace falta decir.

Dejemos que ellos vivan la navidad tranquilos para no atosigarlos con la lluvia de críticas que les llegan todos los años, más hoy que se recetaron un doble salario. Felicidad y abundancia asegurada. Más bien, volvamos a la vida real, a la del común salvachuco que desde temprano comienza a preparar su humilde cena. El pavo, el chumpi pollo, la gallina, los tamales y así sucesivamente hasta llegar a los que no les alcanza para tanto.

Por todos lados se ve pasar a las matriarcas del hogar con las bolsas repletas de verduras, boquitas y las infaltables sodas. Para estos días no deberían quejarse porque se venden más que en todo el año. La misma situación pasa con las heladitas que hasta bajan de precio. A ellas no hay que agradecerles mucho, son las causantes de la locura temporal de algunos y la muerte de otros.

Como tradición en peligro de quedar en el olvido, los cohetes aún sobreviven a pesar de las decenas de niños y adultos irresponsables que se queman con su propio dinero al hacer un mal uso de la pólvora. Es un hecho que tarde o temprano el bullicio de las explosiones, el papelero y los desafortunados que son víctimas de su propia terquedad se dejarán de escuchar y de ver dentro de un par de años.

Pero ente el ajetreo, la embriagues y los spots maliciosos del sistema que nos amarran a la idea de un anciano robusto, vestido de rojo y con una risa fingida, está la verdadera razón de todo este jolgorio malversado. Aunque Santa Claus, juguetito ideológico de Coca Coca, esté por delante de nuestra celebración, la celebración de los mortales y descontaminados, la imagen de la navidad como tal lleva más de dos mil años existiendo en la mentalidad de los creyentes en un Dios más poderoso que la mundana idea de un “Santa en el polo norte”.

Esa tierna imagen tiene cara de niño, de un bebé que reinará en un mundo gobernado por las hegemonías y las élites represivas. Ese niño que nace a la media noche de hoy es el fin único de este día de festejo, que más que un día de consumismo, cumbias y excesos, debería ser un día familiar, el día en que el niño Rey nace en todos nosotros.

No pretendo sermonear ni dar de golpes de conciencia a ustedes que quizá se han olvidado de la verdad y la han engavetado tal y como se los ordenó el sistema. No pretendo invitarlos a un templo que puede tener más vida que la suya propia ni tampoco repetir incansablemente de donde viene la navidad. Solo pretendo algo sencillo, recordar. Hacerle memoria de quién quiere que nazca hoy en su interior, el niño soberbio, egocentrista, engendro de la brutalidad del hombre contaminado o el niño de los cielos, el hijo de Dios vivo, el salvador del mundo.

La realidad es que hoy, para la mayoría, nace el niño rico, y sin satanizar a la clase alta, solo para contrastar la idea de una navidad donde reina el capital y aquella donde Jesús va a la cabeza. Por eso la pregunta nuevamente: cuándo nacerá Jesús en la puerta de nuestras casas, cuándo lo invitaremos a cenar y, no menos importante, cuánto tiempo más permitiremos que este sistema de cosas convierta en paganismo la fiesta del natalicio del Dios hijo.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Cien años sin color

Nuestro escudo y nuestra bandera nacional cumplieron 100 años desde su legalización en 1912, pero parece que a nadie le importara. Esta tendencia al desinterés tiene sus raíces en la falta de cultura, el no haber inculcado valores cívicos ni haber estudiado nuestro propio legado. Bajo ese olvido que marca tradición en este país celebramos un año más de independencia, una falsa libertad y unificación. Los vacíos siguen siendo abismales en comparación al fervor que viven otras naciones cuando se avecina una fecha tan importante. No cabe duda que en El Salvador imitamos un tanto a los judíos pero en materia de ideales, pues seguimos esperando nuestra verdadera fecha de liberación, la emancipación de las clases oprimidas y una única identidad que nos cobije a todos. Dios, Unión, Libertad; 3 palabras que están lejos de ser nuestras, muy lejos de convertirse en identidad.


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Para definirnos de manera individual en base a nuestras preferencias o gustos determinados, basta con abrir el abanico de opciones: altos, bajos; playa o montaña; fútbol o basketall; Barça o Madrid. Aquí parece todo estar resuelto, pero hay preguntas que tardan 100 años y aún siguen sin esclarecerse. Eso es lo que sucede con uno de los pocos símbolos que tenemos los salvadoreños: la bandera.

Aprobada en 1912, nuestra bandera nacional ha izado por doquier y ha cambiado de tonalidad quizá la misma cantidad de veces. Será este un estilo camaleónico como le llama Carlos Chávez a la falta de interés por estipular un tono específico para nuestra bandera. Y peor todavía es que nadie recordó este trascendental hecho histórico en el cual dejamos de usar una bandera agringada para volver a las raíces federalistas de la región.

Siendo sincero, jamás había pensando en este tema del color como identidad de los símbolos patrios. Sin embargo, comparto la visión de que deberíamos exigir una ley bajo la cual se contemple el verdadero color de nuestra bandera. No es posible que países como Guatemala, México, Argentina, España y muchos más hayan dictaminado las tonalidades únicas de sus respectivas banderas, mientras nosotros ni siquiera conocemos la historia que nos llevó hasta la actual representante que ondea silenciosa en unos cuantos sitios y redondeles.

He aquí un ejemplo de por qué nuestra sociedad salvadoreña no se identifica con las raíces marchitas de los antepasados pipiles, masacrados por siglos hasta que los redujeron a osamentas. No logramos anclarnos a una idea nacionalista pues pasamos de largo todo el proceso independentista, cuyo principio solamente comprendía la liberación de los criollos y no así de las comunidades pobres: proletariado y jornaleros.

La apatía es tan grande que hemos olvidado hasta la letra del himno nacional, la oración a la bandera, los departamentos, sus cabeceras, el número de municipios, etc., etc… Lo cierto es que la desinformación nos lleva a celebrar una “independencia” que jamás fue y que hasta hoy no llega. Pasamos de las manos españolas al autoritarismo criollo, luego al militarismo y más recientemente, la partidocracia.

Hace falta un poco de ejercicio metal, eso implica leer. Pero antes de leer cualquier cosa, también es necesario tener personas capacitadas que se encarguen de documentar e investigar nuestro borroso pasado. Somos pobres en este aspecto ya que son escasos los historiadores que han reconstruido nuestro rompecabezas ensangrentado por batallas, guerras, epidemias y masacres repudiables. Existe poco material disponible para consulta, por ende, las opciones se reducen a unos cuantos textos desactualizados, y en el peor de los casos, inaccesibles al público.

Me pregunto si es normal que después de tantos años nuestros símbolos sigan esperando ser bautizados legalmente. La respuesta es muy obvia: como podemos pedir que se establezca un color determinado para nuestra bandera si por otro lado se nos imposibilita identificarnos como salvadoreños. Es una odisea ponernos de acuerdo en cosas banales y más no se diga en términos constitucionales. La lección más representativa la tenemos a diario en el Salón Azul de la Asamblea Legislativa.

Será que ellos tiene claro el por qué están ahí, o también siguen sin encontrarse luego de varios periodos engordando sus cuentas bancarias a costa del pueblo. No me extrañaría que al preguntarles de historia y específicamente de quiénes gestaron la independencia y nuestra inexistente “nación” también salgan con el cuento de los “Súper Próceres”, padres de la patria igual que ellos. Un baluarte de líderes pensantes, como decía un anuncio publicitario en el cual alagaban a estos hombres, antigua élite de poder corrupta y cimiento de la que hoy subsiste por sobre nuestros derechos.

Pasó un 15 de septiembre más y el calendario dice que ya transcurrieron 191 años de independencia; no obstante, la espera por esa anhelada libertad se sigue extendiendo sin que aún se perciba la luz verdadera de la igualdad. Por otro lado, son 100 años desde la adopción de una nueva bandera y un nuevo escudo, una adopción sin reconocimiento, sin identidad propia, esa identidad desconocida que nosotros llamamos “patriotismo”, una identidad perdida por la ignorancia, el irrespeto y la falta de valores cívicos que van muriendo tal como muere el ideal “salvadoreño”.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Dígame si no es verdad

- Ya vio como va de avanzado la Diego de Olguín.

- Si vea, ya están haciendo algo estos guevones.

- Pues sí, como el billete que tenían se lo hartaron entre todos los corruptos. Hoy dicen que ya van terminar.

- Cabal, aparte que se gueviaron el pisto, se acabaron la finca con tanta calle.

- ¡Cagadas las que hacen estos cabrones! Mire como hablan de que hay ratas aquí, allá, en la Corte, en la Asamblea, en la FESFUT, pero no se miden con la misma vara.

- Así son todos, como que lo de sinvergüenzas lo traen en la sangre. Ha de ser de nacimiento por eso uno no llega tan lejos como diputado, abogado, juez, alcalde o presidente. Esos puestos ya están comprados, ni falta hace ir a votar si ya se sabe lo que vienen a hacer.

- Vida la de los desgraciados, vea don Rafa. A uno le toca pagar las pendejadas de los pistudos. Le digo eso porque si se fija tanta babosada de que le van a subir al pasaje, que el pan lo van a vender mas chiquito, que el gas no sé que, y que la gasolina… ¡puya! Y uno qué hace, Don Rafa, nada, que putas va a decir.

- Pues sí, la verdad de las cosas es que uno esta vivo por la gracia de Dios, porque si fuera por estos fufurufos a todos nos tuvieran de peones.

- Peor que eso. Si de tanto pagar a uno se le acaba el sueldo. Por qué cree que no estudié después del bachillerato, porque mi nana cómo me pagaba otros 5 o 6 años de estudio, ¡nombre! Nos morimos de hambre. Por eso mejor me clavé a aprender de bartender para vivir más o menos con mi mujer y el niño.

- ¡Y cuanto mono cabrón no anda igual que voz ahora, pues! Mirá cuanto muchacho se va a un taller como mecánico, de choleros en los restaurantes, de microbuseros, en los supermercados, en los famosos Call Centervergo que andan metidos ahí.

- Pero por necesidad don Rafa, sino yo estuviera sacando la Ingeniería en Sistemas.

- Por necesidad y por pendejos querrás decir, Alberto. Mirá dónde viniste a parar vos, echutado con una cipota que preñaste y ahora te toca dar de hartar a dos.

- Va decir que usted no se echaba esos tiros de joven. A mi la única que me aconsejó toda la vida fue mi mama Gloria. De mi papá ni me pregunte porque ese hijueputa se hizo el maje y nos dejó comiendo mierda. Así como no la iba a cagar, al menos yo me hago cargo.

- Pues sí, Alberto, pero si estudiaste al menos hasta bachillerato hubieras pensado antes de venirte a conseguir mujer estando en tus mejores años. Yo a tu edad ya tenía mis tres mujeres pero con ninguna me deje ir de vergazo. Es que los bichos de hoy soló coger y ya estuvo.

- Ahí no se lo voy a negar, pero como usted ya dijo: eso era en su tiempo. Hoy cualquier bicha puta se le encarama a uno y con eso basta para caer en tentación. Pero sabe una cosa, todo eso nos pasa solo a nosotros, los de abajo. Y por lo mismo que ya le conté: porque el tata no se hace cargo, la mujer cría sola al bebe, quizá ni trabaja, vive en zonas marginales como nosotros, son violentadas y todo esa mierda por la que andan gritando Las Dignas. Por eso las bichas, como no tiene quien las eduque bien, ahí andan de calientes con cualquier cerote que les hable bonito y después, dígame don Rafa, ahí van con la panza adelante y el que la preño, a saber.

- Por eso antes la vida era más fácil. No existía eso del sida, el condón, ¡hasta la tele, pues! Es que ese es otro problema. Hoy en todos lados vas a ver a viejas chulonas, otros tocándose, besándose y hasta haciendo el sexo. Eso no se veía antes y a pesar que en la escuela a uno no le enseñaban ni mierda de cómo se embaraza a una cipota, no ibas a ver tanta bicha panzona, enferma o babosadas bien pornográficas.

- Es que todo va cambiando. Mire, si hace poco comprábamos todo barato con unos cuantos colones y desde que al Paco Flores se le ocurrió meter el dólar nos jodimos todos.

- ¡Puta, callate que solo de pensar en esa pendejada del dólar me da cólera! Si es que todo eso lo hacen a favor de ellos. Decime, a quién le convenía que pusieran el dólar: solo a ellos, Alberto, solo a los empresarios que tenían sus acuerdos con los gringos. Cual TLC, ni mierda, se cagaron en nosotros los pobres.

- Si vea. Yo aun medio recuerdo cuando iba a sexto grado que con 10 centavos me compraba un fresco o con 1 colón compraba unos 2 panes. Y hoy que diablos. Nada baja de 1 dólar. Si quiere una torta, 1 dólar la más barata; si quiere una gaseosa grande, 1. 75; el arroz anda por los 3 dólares; el azúcar igual; los frijoles cada vez más caros. Qué nos vamos a hartar después. A las nuevas monedas de a dólar les vamos a pegar las mordidas.

- Y cada vez vamos para peor. A la luz le suben a cada rato, el agua a veces cae y a veces no y el recibo viene igual, el gas que no dura y el sueldo que no se mueve.

- Y los hijos de puta comen bien, duermen bien, andan en carro y de paso con los de la PPI. Y a nosotros nos matan a diario. Nos mata el hambre, nos mata la frustración, nos matan los sueños, la desesperación de no poder mejorar, el cansancio del trabajo, la rabia de seguir igual o peor.

- También nos matan de verdad, que no se te olvide. Hoy han salido con la paja de que hay tregua. ¡Cual zapato! Lo que hacen hoy es no contarlos y ponerlos como desaparecidos.

- Cree usted, don Rafa.

- Si no hace falta ser estudiado para darse cuenta. Esa es pura mierda que hicieron bajo la mesa. A los del gobierno se les ocurrió pasarles feria a los de las maras allá en los penales para que dejaran de matar a la gente. Pero vos creés que todos cumplen. Neles, ahí como van a asegurar que ningún pandillero va a hacer sus babosadas si ellos están adentro.

- A lo mejor así hacen. Pero ya vio como viven allí. Puta, si parece ratonera, ni los gallineros están así de llenos. Dígame, así como no van a exigir pisto los chamacos para no andar jodiendo. No se le olvide que también son gente, tiene derecho a vivir mejor. Además piensan en su familia que está afuera pasando hambre, sus hijos, la mujer. Para ellos es difícil y que más les queda que jugar chuco con las autoridades.

- Pues sí. Aunque sean ladrones, asesinos y todo eso pues están sampados ahí por lo mismo que voz decías. Esto es producto de la mala educación, la falta de un tata que los eduque y de un gobierno que les de la mano. Pero en este país, ¿quién te da la mano hoy? Si te la dan es para que después te metan en deudas, te roben o te mangoneen.

- Cabal, usted. Así es como arreglan todo ahí en la Asamblea, puros favores. Ya cuando uno no les quiere hacer el paro, ahí van con el corbo y el machete para quitarlos del poder. Mire el ejemplo de hace poco con los magistrado esos. Gran desvergue que hicieron para quitarlos y poner a los que hacen lo que ellos quieren.

- Pura mafia, Alberto. Esos magistrados tienen guevos de haber hablado y denunciado todas las sinvergüenzadas que hacían esos malditos. Si por eso fue que los quitaron: como empezaron a hablar la verdad, a sacarles los trapos al sol, se les fue el culo y se inventaron una gran calumnia para no obedecer lo que ellos decían. Y acordate que esos majes magistrados están para juzgar las mierdas que hacen los diputados. Así que cuando los juzgan mal, ahí van con la soga a ahorcarlos.

- Si es que solo lacras agusanadas hay en los gobiernos. Si no son los tricolor, son los rojos y ahora esos anaranjados que dicen ser una nueva derecha. ¡Me cago de pensar que uno va a tener dos manos derechas, ni mierda son los mismos ladrones solo que con traje diferente!

- Cabal, bicho. Esos no cambian. Y hoy que ya nombraron a los que quieren ser presidentes, ¡ay Dios, ya van a empezar con la propaganda, las camisetas, los banderines, la conga bus, las visitas casa por casa… puras bobadas!

- Se acuerda, don Rafa, cuando vinieron para las elecciones de 2009. Todo era gloria y paraíso y mire como estamos. ¡Cual cambio! Solo cambiaron de puesto. Los que eran oposición ahora son los ladrones y los que eran los reyes de la corrupción hoy están buscando volver porque ya les hace falta nuestros impuestos que sacaban de todos los ministerios.

- Es cierto. Yo me acuerdo que vinieron en las elecciones recientes donde ganó este que hoy quiere ser presidente. Regalaban una cosa, prometían otra, paz y felicidad… solo pendejadas. Y la gente a todo decía Amen. Y ahí lo tenes: es alcalde y quiere ser presidente. Lo más seguro que para su campaña nos saque el pisto a nosotros cobrándonos más impuestos.

- Ah, y no se olvide del otro, don Rafa. El otro va a sacar fondos del Estado para pagar sus anuncios mierderos que de seguro van a salir en los mismos canales, cada 5 minutos, en radio y hasta en internet.

- Yo por eso ni pienso ahorita por quien votar, si faltan 2 años todavía. Mejor prefiero ver cómo se van a cargar en el actual presidente de aquí en adelante. Bueno, si de todos modos el solito la caga, para que pedir más.

- Aquí a todos les pica por llegar al poder rapidito. Gran hambre de perro que tienen por seguir haciéndonos más pobres. Ojala llegué el día en que les den en la nuca a todos, aunque sin irnos a guerra otra vez.

- ¡Nombre! Ya más guerras para qué, Alberto. Suficiente con la que lidiamos todos los días tratando de no morirnos. Esto se va a acabar hasta que venga Dios y sea el fin del mundo, porque para eso va a venir: para mandar a la mierda a todos estos hijos de su madre.

- A ver como terminamos todos en esta mierdita de país. Yo a Dios lo veo bien lejos por eso mejor no opino… pereme don Rafa: Alo… aja…. No, no más platicando de lo hecho mierda que estamos pero ay voy. Calentame el almuerzo porque hoy no llego a cenar. Acordate que me quieren temprano porque como es 15 y aparte asueto, la mara va a llegar a chupar temprano. Va… ahorita paso entonces… Salu pues.

- ¿Tu mujer?

- Sí, es que pensó que me había quedado en el bar. Pero ya le dije que me espere para comer sino ya no me harto.

- Dale pues. Ya hablamos de muchos pecados, para que seguir llorando.

- Orale pues, don Rafa. Mañana le deja el diario a mi mama Gloria porque en la casa no va haber nadie. ¡No se le olvide, pues!

- Nombre, cipotón. Andate ya sino tu mujer te va a cachimbiar.


- Va pues don… el lunes paso, me lo tiene listo porque no me voy tranquilo si no leo que putas pasa en el país. Además me sirve para ir entretenido en el bus y para que después no me den paja de lo que está pasando. Nos vemos.

martes, 11 de septiembre de 2012

Lencería, fotogenia y arquetipos


¡En qué momento se nos ocurrió la flamante idea de desnudar nuestra carne para deleite visual! Fue quizá en uno de tus periodos de trance, pensando en cómo hacerme feliz de un modo poco común pero bastante atrevido. No es que lo tome como indecoroso, más no era lo que esperaba de ti, una flor que apenas abre sus pétalos con delicadeza para no dejar ver más allá de lo recatado.

Mis vagas ideas sobre tu feminidad, y por feminidad entendamos la belleza pura que se esconde bajo tapujos finamente moldeados a tu ser, jamás la había observado con tanta lucidez como ahora, inmortalizada de manera artificial, pero grabada para siempre en mi cabeza. Mis ojos se inundan del esplendor estético de tus curvas eminentemente arqueadas desde el tórax hasta la parte ensanchada de tus caderas. Que deleite es navegar en total frenesí, imaginando tu presencia con ese traje de ángel celestial, casi emulando a la antigua Eva en el Paraíso del pecado.

Sin duda me has vuelto un crítico de tu estilo. Los colores pastel te acicalan; el negro profundo es un mar de inspiración erógena, el celeste cielo adormece mis parpados, el rosado… sin palabras, toda una obra de arte barnizada en color piel canela, una combinación de sutiliza y seducción, de inocencia y tentación, de malicia y ferocidad. Tu silueta, aunque se vista del propio arco iris, lucirá hermosa, intachable, pero nunca frívola ni perversa.

Se ha vuelto una rutina ojear, como las página de un periódico, cada retrato que donaste para satisfacción de mis anhelos por conocer tierras inexploradas de tu tez, tan suave como el soplar de un viento mañanero. No es lujuria mi obsesión, es adoración a tu divinidad de mujer, tu figura de diosa griega, tu anatomía moldeada en el mejor taller de elaboración de prototipos que Dios creó en el inicio de todo lo que existe. Y de seguro él sabía desde antes de fabricarte que tu lugar, difícilmente, sería suplido por cualquier otra invención de la naturaleza, pues tu elegancia fue patentada una solo vez para evitar competencia desleal.

Aunque la flor más sagrada de tu feminidad todavía se esconde, no hace falta llegar hasta el punto que te identifica como tal ya que tus poros irradian toda la magnificencia de tu interior, ese que aun se guarda intacto, virgen, esperando ser conquistado. Por ahora, prefiero seguir perdiéndome en las dulces cavidades de tu complexión aeróbica, exquisita, excitante y apasionada.

Como no amar tu abdomen, el centro de tu universo, cuyas fronteras están adornadas con el vaivén de tus cabellos y la pericia de tus pies. Es una reunión cósmica donde tus pechos se levantan en direcciones opuestas apuntando a mi codicia de hombre instintivo que se derrite cuando descansa en medio de ellos. Un delirio ver tus muslos juntarse besándose y acompañando a tu flor del eros, mientras, del otro lado de tus límites corporales, se yerguen dos monumentos como media luna en una noche de romance.

Y después de todo esto, aun me cuestiono si soy digno de embriagarme de tu juventud, tu lindo rostro que parase no contar los años. Será que merezco ser el guardián de tus tierras acaneladas, ser el conquistador de terrenos jamás alcanzados. Seré yo el que duerma por siempre a tu lado. Que el tiempo me de su respuesta, y durante la espera, deseo que seas tú la que me arrebate los años, la felicidad, mi vida entera, pues el amor que inventamos no tiene fecha de caducidad, ni principio y mucho menos final.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Sobre el margen invisible de la nada

Nahuaterique, uno de los municipios que antes de 1992 pertenecía a los Bolsones, última frontera entre El Salvador y Honduras, no existe en ningún mapa. Luego de 20 años ya no hay más bolsones, ni sombreros ni fronteras en estos municipios olvidados por dos gobiernos que reclamaban tierras de las cuales nunca se han hecho responsables. El fallo de la Corte Internacional de la Haya dio como resultado la separación de varios municipios salvadoreños para anexarlos a los límites catrachos. Hasta ahí, la historia suena a un simple tramite, sin embargo, sus pobladores viven en tierras de nadie, donde sus nacionalidades se parten en dos pero no son de ninguna parte. Recordar este hecho esta de sobra, discutir sobre sus consecuencias es apenas un paso para darles un poco de reconocimiento a estos poblados que parecen vivir tras la sombra de la orfandad.


Link de acceso a la edición 218 - Séptimo Sentido - La Prensa Gráfica 

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Nuestra insignificante extensión territorial de 21 mil kilómetros cuadrados se vio recortada hace veinte años debido al fallo de la Corte Internacional de Justicia con sede en la Haya, Holanda, la cual dictaminó que 420 km. de extensión territorial pasarían de manos guanacas a manos catrachas. Luego de negociaciones, El salvador mantuvo 150 km., mientras que Honduras ganó 290 km. y junto a él a más de 1.500 almas desamparadas por dos Estados que desconocen la soberanía en esa franja montañosa, plagada de pinos y sembrada en la penumbra de la marginación.

En esta introducción se sintetiza la edición de este domingo 8 de septiembre de la revista Séptimo Sentido, cuyas páginas muestran la realidad de aquellos que residen en Nahuaterique y sus comunidades aledañas que antes pertenecieron a El Salvador y hoy se dice que son de Honduras, aunque la verdad es que nunca fueron de ninguna parte. Su gente vive en los límites del vacío que dejó el litigio en 1992, cosa que no ha cambiado transcurridas dos décadas de aquel fallo.

Son tres los trabajos contenidos en la revista, formando así una entrega totalmente dedicada a la problemática que ahí se vive. El periodista Sigfredo Ramírez se escabulle en la vida cotidiana de sus habitantes para descifrar cómo ha sido el panorama desde que este municipio quedo fracturado y huérfano de patria. El fotoperiodista Borman Mármol plasma en fotografías el paisaje de Nahuaterique desde la perspectiva de una estudiante que recorre 15 km. desde tierras de nadie hasta nuestra frontera. Un camino de tres horas para llegar a su centro de estudios. El ultimo es un reportaje de Oscar Díaz quien hace una reseña comenzando con la resolución de la Haya hasta la actualidad y lo que ha quedado pendiente en materia social con las personas afectadas.

Es una buena iniciativa no solo recordar sino discutir los sucesos que, paulatinamente, le han ido dando forma al fenómeno social de Nahuaterique, pues muchos recuerdan a los Bolsones (Morazán) por su peculiar forma de sombrero cuando aun se incluía dentro de nuestra topografía minúscula y abrupta. No obstante, dejar que esa imagen se borre como se borró de todos los mapas es equivalente a suprimir a sus pobladores que de por sí ya conocen sobre exclusión y olvido.

Las anécdotas de la gente mayor en los municipios fronterizos, en la mayoría de ocasiones, son relacionadas a la guerra civil, la pobreza, la supresión y la falta de atención de instituciones públicas como salud, educación, trabajo y demás derechos vitales que están muy lejos de ser una realidad. Generación tras generación se van encontrando con nuevos obstáculos para salir del pozo en que se los gobiernos los han mantenido. La apatía persiste en ambos lados y, a pesar del desconocimiento, al menos quedan personas que tomen las riendas en busca de esperanza y un poco de dignidad.

Esa búsqueda por la igualdad a veces es engañosa ya que, como es típico en el mundo de la política barata, nunca faltan los que fingen poner interés a las necesidades del prójimo y llegan pintarrajeados con los colores de su partido para dar su oratoria utópica, repartir guacales, delantales, panfletos, banderas y camisas. Es la única vez, quizá, que estos poblados reciben algo aparentemente de gratis. Yo me pregunto si la clase  política realmente tiene algo que ofrecerle a las familias de los ex -bolsones aparte de promesas, guacales y un mitin fiestero. “Todo será más claro luego de las elecciones”, como dicen los estadistas de las casas encuestadoras, analistas políticos y varios ilusos seudofanáticos de las extremas de nuestro país.

Mientras tanto los residentes de estos municipios, tanto hondureños como salvadoreños, siguen en el limbo, o mejor dicho en ninguna parte, en tierra sin patria, en estado sin nación. Ni chicha ni limonada, así dice el viejo dicho bastante de acorde con la situación de esta gente que se identifica usando dos documentos, pero que en sus adentro solo conocen de miseria y marginación. ¿Acaso los de la Haya no pensaron en las posibles consecuencias? A lo mejor también se compraron las ideas fantásticas de los gobiernos en litigio que aseguraban dar garantías a los habitantes que pasarían a ser parte de sus límites territoriales. Sin embargo, hasta el día de hoy, nada de eso se ha cumplido, excepto que El Salvador deba respetar lo que ya se ha establecido.

martes, 4 de septiembre de 2012

Nacionalismo, una inopia histriónica


Al igual que un embrión humano, el mes patrio debe esperar 9 meses para hacer su arribo al calendario de festejos nacionales, cumpliendo así con su obligación de recordarnos la fecha en que la región pasó del colonialismo español al autoritarismo criollo. Desde nuestro presente, hacemos un viaje de 191 años recorriendo sucesos transcendentales, crudos, tortuosos y de momentos gratificante, pero que al final suman una bitácora de experiencias compartidas, nuestra identidad, el sello propio de un salvachuco.

Pero hablar de identidad es casi como querer encontrarse con el primer átomo que formó al universo, ya que es tan minúscula que resulta imposible diferenciar en donde comienza la identidad salvadoreña y donde termina la masiva influencia de potencias imperiales extranjeras. Esta búsqueda de identidad es tan agotadora que mejor preferimos dejarlo todo para el noveno mes del año: Septiembre, el mes de la Independencia, de los símbolos patrios, los desfiles, el Himno nacional (entonado por una semana completa), la Oración a la bandera (mil veces repetida y siempre alguien le cambia el orden original) y más alejados de la escena estelar que ocupaban antes, los desterrados Próceres, Primeros padrastros oligarcas de la patria.

A medida han transcurrido los años, el amor por el “heroísmo” de nuestros criollos terratenientes se fue diseminando pues descubrimos que no eran tan valientes como nos imaginamos, por ejemplo, sus huellas no se comparan a las de Simón Bolívar, el líder sudamericano que liberó a varios países de su hemisferio. Más lejos de él en términos históricos está Tupác Amaru, otro sudamericano que tomó una identidad netamente Inca para exigir mejor trato en tiempos de la colonia. En fin, ejemplos sobran si de Latinoamérica se trata; sin embargo, cuando nos centramos en escudriñar nuestro legado precolombino, colonial y pasada la colonia, nos percatamos que hay un vacío existencial donde no converge nada más que puras leyendas y mitos surreales.

En nuestra perspectiva social actual, septiembre es el mes patriótico porque los medios nos lo taladran en el subconsciente para que no se nos olvide que vivimos en “libertad”. Y digo “para que no se nos olvide” porque con el clima político que opera diariamente en este paisito, Burdel de los demagogos, es muy común que pasemos por alto el hecho que poseemos libertad si de todas maneras nos sentimos atados a lo que la canasta básica dice, lo que las gasolineras publican en sus carteleras que dan miedo (pues cada día se ven más cerca de llegar al número 5), lo que los señores empresarios del transporte piden a cambio de seguir funcionando, el precio de las harinas, las tortillas, el gas…. Y si seguimos así terminaríamos el mes llenos de problemas.

Es por eso que la publicidad mediática de esta época se vuelve un recordatorio para que no percibamos el ambiente hostil como una encrucijada, un callejón estrecho, sin luz ni salida. Se vuelve conveniente entonces pensar en que la coyuntura financiera no representa mayor dificultad, no interviene en el libre albedrio ni en la rutina cotidiana de cada uno, al menos eso intentamos creer para llenar nuestros pulmones de argumentos ingenuos sobre la libertad que, supuestamente, gozamos los salvachucos.

Regresando a lo de la identidad, el guanaco, así conocido por los demás países centroamericanos, nos hemos agenciado algunos calificativos aceptables que únicamente sirven para encontrar un punto de unión en esta sociedad radicalmente polarizada y marcadamente dividida en clases sociales. Uno de ellos es el típico dicho que el salvachuco es trabajador; anda en la rebusca; lo vende todo, como dijo en su poema de amor Roque Dalton; son gente con valor (aunque traducido a nuestro lenguaje mundano se refiere a una persona con bastantes guevos, ¡que no se aculera pues!).

Por otro lado, los Cuscatlecos hijos de la gran… mala palabra como dice mi mamá somos reconocidos por nuestra gastronomía rica en colesterol, como en el caso de las celebres pupusas. No obstante, nunca falta aquel seudoaficionado a la transculturización que destroza lo poco de identidad que tenemos bautizando símbolos propios con nombres absurdos, ejemplo de ello es la pupusa Obama. Ni la comida se salva del despojo cultural fielmente avalado por todos. Dentro de la rama de las artes culinarias también tenemos el atol shuco, el de elote, los nuégados con chilate, las torrejas, ¡y hasta nuestra flor nacional: el izote!

Para un salvadoreño promedio, pero en su preferencia pobre, todos estos elementos se le hacen familiar, aunque fuera de las fronteras, El Salvador tiene más fama de puñetero que de experto en la cocina. Somos, en términos literales, el Vietnam de Centroamérica, un país que parece controlado por la violencia, por la marginación a la que nos han sometido por décadas, o por qué no decirlo, por los siglos de los siglos, comenzando en tiempos de la conquista. Esa fama la hemos ganado también gracias a los del Politburó, nuestros maestros y modelos ejemplares de corrupción, malversadores de fondos, polillas de las arcas del Estado y manipuladores del sistema de Gobierno.

Triste realidad para nosotros los salvachucos, a quienes solo nos queda levantar la cabeza, seguir en la lucha, pero si las cosas se ponen calientes, no dudamos en echar una putiada a quien nos ofende en tono agravante. Así es como terminamos en líos provocadores, sobre todo si se trata de un partido de futbol entre México y El salvador donde el refrán reza escuetamente que “Al mundial no vamos pero a México le ganamos”… lo duro es que les hemos ganado, pero seguimos esperando por nuestro tercer mundial.

Y ya que hablamos de la Selecta Cuscatleca, es imprescindible a la hora de contabilizar qué es lo que identifica a un salvadoreño. Somos una raza puramente futbolera, a pesar que hoy en día nadie da un centavo para invertir en el talento deportivo y seguimos amparados en las glorias del Mágico Gonzales, él único que ha llegado a clubes de talla internacional. Partiendo de ahí, nuestros recuerdos en el ámbito del balompié son poco gratos: dos mundiales (México 70 y España 82), ninguna victoria, un tan solo gol (fue del Pelé Zapata) y la mayor goleada que le han encajado a un equipo en la historia de los mundiales (derrotados 10 a 1 frente a Hungría).

Para no sacar el pañuelo de la vergüenza, prefiero seguir haciendo estadísticas sobre los elementos culturales que identifican a nuestro país. Quizá deba mencionar que, en materia turística, nuestras playas tienen buenos adeptos en el exterior. Nuestros lagos y lagunas dibujan un espectáculo natural en el horizonte humeante y atosigado de químicos tóxicos. Sin embargo, hay lugares que dejan mucho que desear, como las Ruinas de San Andrés, las del Tazumal o Joya de Cerén. Nada comparadas a las edificaciones aztecas en Yucatán o las de Machu Picchu en Perú. Claro, estas comparaciones son ilógicas, pero lo que sí es de valorar es que en estos países el trabajo arqueológico ha sido priorizado. En  cambio, en nuestro pedazo de tierra que llamamos República, preferimos tirar una capa de asfalto sobre vestigios indígenas pues creemos que tiene más valor una autopista que unas viejas vasijas con historia valiosa para entender la vida de nuestros ancestros.

Sea cual fuera el caso, donde sea que busquemos y metamos nuestras narices, nos encontraremos con grandes cárcavas como minas explotadas e innocuas debido a la carencia de documentación, de investigaciones y recolección de nuestro propio rompecabezas antropológico. Da igual, dicen muchos. Lo que pasó ya pasó y si vivimos así es porque no hay de otra. Ese pensamiento conformista y pesimista es el que nos tiene atados a las voluntades de otros, a los intereses comunes de las clases dominantes y de imperios Todopoderosos capaces de dejarnos sin comer con tal de que se haga lo que ellos piden.

Esa mentalidad de aceptación sin opciones viables es la que adoptamos todos los salvachucos y he aquí la respuesta a los males de ignorancia y apatía que demostramos todos, en especial en estas fechas, donde lo más importante ya no es cantar las notas de nuestro Himno ni rezar la Oración a la bandera sino que se ha sustituido por la tradicional promoción de las donas al 2x1, la bendita decisión de los padrastros de la patria para hacer puente si el día 15 de septiembre cae lunes o viernes, pues de esta forma los negocios cerveceros, las discotecas y los centros de ocio hacen su agosto en tiempo extra.

Justo estamos en el tercer día del mes, los noticieros presentan los ensayos de preparación de las bandas de paz, el Presidente inaugura el Mes Cívico en la Plaza Gerardo Barrios, Mitofsky (Casa encuestadora) presenta sus estadísticas de preferencia en vías de las elecciones presidenciales, Payes (Ministro de justicia) declara que agosto fue el mes menos violento en lo que va del año, los empresarios amenazan con subirle al pasaje, el precio del combustible subirá otra vez más, la harina sigue a la alza… así es septiembre, “el Mes patriótico”, pero en la realidad, un mes cualquiera.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Cristo al servicio de quién

Ronald Portillo nos muestra en su crónica una problemática más allá de la superficialidad conocida sobre las deficiencias de nuestros encargados de hacer valer las leyes, la justicia y un invisible estado de derecho en nuestro país. La historia de Pedro es un ejemplo de cuando los tribunales le dan la espalda a personas que arriesgan su vida y la de su familia por el hecho de colaborar a esclarecer un crimen, favoreciendo así a otros que vomitan sus fechorías para gozar de la libertad que le es robada a un inocente. ¿A quién le sirven las leyes entonces? Si no se logra llegar a la verdad, si no se cuentan con los recursos investigativos, con una planilla de abogados públicos digna de hacer su labor y en los jueces no hay ni una gota de ética, podríamos llamar a este sistema un verdadero estado de igualdad. Decir que sí sería apedrear los últimos remanentes de conciencia, lo único que nos queda para denunciar.


Link de acceso a la crónica - Séptimo Sentido - La Prena Gráfica
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En el tiempo de la antigua guerra de guerrillas escuchar a los Guaraguao tenía una connotación muy diferente a la que aludiré en esta ocasión pues, en nuestra época de guerra de pandillas, sirve para denunciar a los que corrompen la balanza de la justicia de nuestro país. Parece no haber diferencias ya que en los 80 se denunciaba a la clase oligarca (la misma que hoy vive de la política), la complicidad de la iglesia y la tiranía del Gobierno. Sin embargo, dicha pregunta con la que se tituló la canción de este grupo venezolano cuestiona sobre a quién defiende el fracturado sistema judicial: a los Barrabás criteriados o a los Cristos crucificados.

Ronald Portillo nos lleva a conocer uno de tantos casos que ejemplifica de manera explícita cómo se procede en los tribunales cuando a un homicida se le da el beneficio de testigo criteriado y se le resguarda gracias al Programa de Protección de Víctimas y Testigos. Lamentablemente, este programa termina colaborando con los ideales infames de verdaderos delincuentes que buscan su libertad amparándose en declaraciones poco verídicas e inconclusas, las cuales lo absuelven de culpabilidad y terminan por llevar a la cárcel a personas que no guardan ilícitos en su conciencia.

Y más bochornoso es que los jueces encargados de dictaminar una sentencia “justa” depositen el voto de confianza en confesiones de testigos como el caso de Alfredo sin haber buscado pruebas más allá de las palabras envenenadas de venganza en contra de quien lo delató. Entonces, ¿Quién es la víctima? Para los jueces terminó siendo Alfredo, un hombre acusado de homicidio agravado que logró su libertad gracias a su “honestidad” al haber confesado su participación en cinco homicidios más, llevando a la cárcel a una veintena de sujetos, entre ellos Pedro. ¡Como si tales declaraciones fueran el credo divino para su liberación!

Del otro lado de la balanza ciega y parcial está Pedro, el que incriminó a Alfredo gracias a sus declaraciones y otras versiones que sus vecinos por cobardía no se atrevieron a decir. Su fe, su valor y honradez lo llevó a denunciar el crimen de un sujeto en 2009. Pero, qué más podíamos esperar que sucediera sino es una represalia en respuesta a su colaboración en los tribunales. Sin duda estas formas de proceder ante la culpabilidad lo tenemos bien aprendido de nuestros padrastros de la patria quienes no dejan la daga ni el puñal en ningún momento, sobre todo en las plenarias ambulantes y de momentos circenses que ocurren todas las semanas en la Asamblea. En fin, por ahora ninguno de nuestros “representantes trajeados” tiene que ver con esta historia, no obstante, la incompetencia del órgano judicial recae hasta cierto punto en sus decisiones.

Siguiendo con el tormento que pasó Pedro, él asegura que los alegatos de Alfredo no son más que injurias para someterlo y hacerle pagar por involucrarlo en algo donde creyó iba a salir librado. Por desgracia para la justicia de nuestro país (que cada vez me convenzo que no ha nacido aún), a este sujeto los jueces lo vieron como el cordero indefenso y obediente a las peticiones que le hacían para que escupiera su antecedente delictivo, los implicados en cada caso y de paso colaborara con los forenses para dar con el paradero de personas desaparecidas, o más bien de los últimos restos de estas personas.

Al final eso le valió para salir bajo el perdón de las leyes, tal como Barrabás fue soltado a cambio del Hijo de Dios. Mientras tanto, Pedro suplió el lugar de Alfredo en el penal durante 16 meses los cuales le cambiaron la vida, destruyeron su reputación y lo alejó de su familia. Actualmente se encuentra libre, pero de seguro sus recuerdos siguen siendo prisioneros de aquellos momentos cuando los soldados abusaban de su autoridad, lo humillaban y violaban sus derechos y los de su mujer, en los famosos escrutinios meticulosos y perversos a los que se someten las mujeres en cualquier centro penal.


La historia de Pedro podría concluir hasta aquí, pero qué pasará con los que están siendo procesados en estos momentos gracias a los testigos criteriados y sus justificaciones que no pueden ser comprobadas. Qué futuro tiene nuestro sistema judicial, las sentencias, los dictámenes, los fiscales y todo lo que engloba el universo transgredido por la corrupción, la falta de ética y de recursos. Hasta da miedo pensarlo pues tratar de hacer algo justo en nuestra patria es equivalente a ganar enemigos, una sentencia judicial o una sentencia mortuoria.

domingo, 26 de agosto de 2012

Entre pinos y verdades

Para esta ocasión he retomado dos de los trabajos periodísticos publicados en la edición 216 de Séptimo Sentido con el fin de descifrar un factor común en ambos: la violación de los derechos a la vida y la libertad de expresión. Sigfredo Ramírez y César Fagoaga presentaron dos historias llenas de impunidad, olvido y apatía de parte de las autoridades competentes. La pregunta al final de cada una es ¿Por qué? Por qué se debe tolerar tanto abuso, marginación y corrupción. Por qué alguien más debe decidir sobre el tiempo en que vivimos, por lo que decimos o tratamos de mostrar. La injusticia es parte de estos relatos, no obstante, esta no debe ser una simple explicación sino mas bien un motivo de alarma, sobre todo para quienes creen en la labor periodística, para los que defendemos el poder de la palabra, no de los medios masivos y hegemónicos.


Link de acceso a la crónica y reportaje - Séptimo Sentido - La Prensa Gráfica


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Las leyes de la naturaleza nos dictan que en la vida salvaje hay un depredador y una presa, un cazador y un cazado, un victimario y una víctima. Esos cánones primitivos no excluye a los seres humanos pues basta con ver a nuestro alrededor para darnos cuenta que las opciones se reducen a dos: vivir o morir.

En muchas ocasiones decidir qué camino tomar no recae sobre nosotros sino en terceros, cuartos o quintos, según sea el caso, privándonos así de todo derecho, y por qué no decir del principal: el derecho a la vida. No menos importante en la lista de violaciones descaradas y arbitrarias encontramos el derecho a la libertad de expresión. Podría decirse que es acá donde comienza todo un proceso de abusos, reclutamiento psicológico y censura generalizada, que de no ser acatada, termina cobrando factura en algún prójimo mártir de la verdad y defensor de las libertades.

La crónica y el reportaje de los periodistas de Séptimo Sentido comparten esta línea fotocopiada de cualquier otra sociedad latinoamericana, mundana y corrupta. Por un lado está la lucha de los olvidados y sin patria de Rancho Quemado (El Salvador) y Nahuterique (Honduras). Una lucha contra la pobreza y el desamparo tanto de las autoridades hondureñas como salvadoreñas luego de la disputa geográfica por los bolsones (Morazán). Hoy, nada ha cambiado en esas comunidades, excepto porque el contrabando de madera se hace bajo la amenaza del Comando Sumpul quienes ya han asesinado a dos hombres en la disputa por frenar el paso de madera por puntos ciegos.

La otra cara de la moneda son los asesinatos de periodistas y comunicadores en Honduras y México aunque, más allá de una simple denuncia, el tema central gira entorno a la impunidad, la deficiencia judicial en ambos países y las travesías inminentemente mortales en la que estos profesionales laboran a diario. Leyes desfasadas, promesas falsas e ilusas y protestas infructíferas resultan vanas al ver como el número de muertes por el ejercicio periodístico asciende, así como las amenazas y los atentados amedrentadores.

En ninguno de los casos, tanto los que sobreviven del contrabando como los que mueren por su profesión, cuentan con la oportunidad de decidir sobre sus vidas. Viven en un limbo donde el único futuro quizá sea el día de hoy pues mañana no sabrán si su cuerpo descansará en la morgue o desaparecerá en la corrupción de los infames grupos de poder. Los que se quedan no les resta más que correr, callar y llorar al que partió sin siquiera pedirlo.

En el corazón de estos fenómenos subyacen otros como (en el caso del contrabando de madera) la deforestación y explotación de los recursos naturales tan escasos y raquíticos acá en nuestro país. Por otro lado está el miedo, una herramienta psicológica que obliga a cualquiera a agachar la cabeza, tragarse las denuncias y proclamaciones heroicas que en estos tiempos son una firma de muerte indeleble.

Ese es el panorama. Mientras unos mueren en su diaria lucha por vivir, otros viven con la sensación de que la muerte los acosa en todo momento. ¿Y quién se encargará de los derechos de estos dos grupos? ¿Acaso no son dignos de protección e igualdad? Los pobres apiñados a una montaña pelona viven del delito, pero subsisten porque no hay de otra, y los redactores de la realidad mueren por sus letras, mueren por la verdad, por la desconocida verdad. Ojala que cuando los leñadores se acaben los pinos de Nahuaterique aun queden periodistas sembrados en los medios, o por lo menos algunos para seguir reproduciendo los sucesos que nadie ve, que nadie oye, debido al control de las hegemonías, a la desfachatez de los “intocables”.

viernes, 24 de agosto de 2012

Poeta de la Habana, Cusca

R. Castrorrivas al centro. A su izquierda Roger Lindo y Roberto Laínez
Como el típico salvachuco ignorante, al oír el nombre de Ricardo Castrorrivas, simplemente se me nubló la memoria al no tener referente alguno. Su nombre me vino de golpe en una invitación de la DPI (Dirección de Publicaciones e Impresiones) la cual hacía reseña a la presentación de una obra de su autoría titulada “Teoría para lograr la inmortalidad y otras teorías”. De tal manera que, antes de entrar a lo desconocido, preferí escudriñar lo poco que hay en internet acerca de este poeta salvadoreño.

Ricardo vio por primera vez la luz desbaratada de este mundo y respiró de nuestro aire (que en aquellos tiempos olía a finca) el 19 de septiembre de 1938. Desde temprana edad mostró talento en la escritura. “En tercer grado ya había ganado su primer premio literario. Como narrador es muy creativo y original. Escribe cuentos mágicos, oníricos y sociales muy impactantes, y se le distingue como verdadero maestro de la narrativa salvadoreña". (http://www.poemaspoetas.com/ricardo-castrorrivas)

Castrorrivas fue uno de los miembros fundadores del grupo de poetas llamados Piedra y Siglo del cual también forman parte Julio Iraheta Santos, Luis Melgar Brizuela, Rafael Mendoza, Ovidio Villafuerte y otros más que ya fallecieron. En 2007 se reunieron cuatro de ellos con motivo de su cuadragésimo aniversario desde su aparición en 1967. En la actualidad, los de Piedra y Siglo ya cuentan 45 años de existencia, versos, poemas y una lista enriquecida por la imaginación de escultores de la palabra.

Luego de ver un poco su carta de presentación, puedo ahondar en lo que fue la ceremonia en honor a su obra la cual no era ni inédita de tampoco de tinta fresca, mas bien era la segunda edición de una obra publicada en el año de 1972. Mi vergüenza se hace más grande al saber que después de tanto tiempo vine a conocer un trabajo literario de alguien con calidad y, sobre todo, de sangre cuscatleca. No me volveré a dar el lujo de decir que en nuestro país no hay madera literaria que quede viva.

De camino al MUNA (Museo Nacional de Antropología David J. Guzmán) pensaba en la última pero primera vez que asistí a una presentación, que por cierto fue la del libro “Los Poetas del Mal” de Manlio Argueta. Aunque mi concentración era evidente, no pude pasar por alto la discusión de una pareja de jóvenes adultos quienes, sin ningún disimulo y frente al precipicio de la fétida quebrada que pasa a un lado del museo, se acusaban de manera amenazante, al borde de fulminarse con la mirada. Eso me hizo ver una especie de espejo conductual pues venía de ser yo el protagonista de una escena melodramática pero sin llantos, cosa que sí sucedió con la joven en cuestión de segundos.

Pasado ese desaire emocional, llegué al MUNA a tiempo, o mejor dicho antes de tiempo. Había poca afluencia y así se mantuvo hasta el final en comparación con el último de los eventos de este tipo ya antes mencionado. Sin esperar más me dirigí a la mesa en donde promocionaban el libro que apenas sobrepasa las 100 páginas. Su precio no representaba una gran inversión y valía la pena. Una obra de tamaño un tanto pequeño y con una portada de esas inspiradas en el atardecer, cuando el sol cae a las espaldas de las montañas. Quizá fui el segundo en adquirir el ejemplar pero, tal como me ocurrió la primera vez, me quedé con las intenciones de llevarme a casa otro libro gracias a mi ajustado presupuesto.

Al tener que conformarme, no me quedó de otra que mirar los posibles candidatos para que en una próxima invitación puedan acompañarme a casa. Mientras tanto, inicié la lectura del pequeño libro de microcuentos, como los llama el propio autor al inicio. Minutos más tarde dio inicio el acto con las palabras de Roger Lindo, director de la DPI y a continuación se abrió el paso al comentario de Roberto Laínez. Este último es un escritor que manifestó haberse enamorado de Teoría (nombre abreviado de la obra) desde sus quince años. Su comentario fue, más que un enfoque académico, una muestra poética de lo que dicha obra le generó en aquel tiempo y lo que hoy siente desde un punto de vista más maduro.

La lectura de Roberto conmovió a los que estábamos presentes de principio a fin, y como no hacerlo si en varias oportunidades dijo –Leer esta obra fue como un proceso de enamoramiento-. Al mismo tiempo, definió al arte literario no como un arte sino como el oficio de las letras. Cuando finalizó se podía percibir la emoción en sus ojos y en la tonalidad de su voz melódica que se entrecortó en el punto culmine de su comentario.

Posteriormente, llegó el turno de Ricardo Castrorrivas quien catalogó de entrada a Claudia Lars como su madrina en el sentido del rol que jugó su legado artístico en la formación de su talento en la poesía. También recordó a uno de sus compañeros de grupo por ser el padrino de la primera edición y a Roberto Laínez por ser el nuevo padrino en la edición actual.

Antes de dar paso a la firma de sus ejemplares, Castrorrivas recordó algunas de sus obras como Ciudades del amor, Las cabezas infinitas y Zaccabé-Uxtlá entre otras. Pero, dentro de esta nueva edición de Teoría, dio lectura a varios de sus cuentos, sin embargo, hay uno muy peculiar que citaré a continuación:

              Brevedad del cuento

              Esto pasó hace un millón de años. 
                                                               Uk tomó
a su hijo de la mano; señalole la luna y emitió un gruñido…

A pesar que me fue difícil entenderlo, nunca previne el final cuando ni siquiera pensé que había iniciado el cuento (no por nada se titula así). Castrorrivas fue muy elocuente, dejó en el cajón sus años de más y mostró el espíritu de las letras inmortalizadas en el papel para la eternidad. Lo de poeta no se lo quita ni las arrugas pues su mente parece lúcida, como si la estuviera usando por vez primera. Como frase a sus lectores dijo –Espero den la batalla leyéndolo-. Descifraré su advertencia una vez me envuelva en sus oraciones fantásticas.

Con eso concluyó la presentación y era el momento de la firma de los ejemplares. Mediante pasaban los asistentes, la cámara de un noticiero perteneciente al tríptico fatalista enfocaba hacia la mesa donde Ricardo dejaba grabado su nombre con una letra colocha bastante peculiar. Mi turno llegó y le di mi nombre a efectos de dedicatoria. Agradecido y satisfecho le dejé seguir con su plana de autógrafos, que por cierto fueron muchos.

Claro que no podía marcharme sin antes probar los bocadillos cortesía de la casa. Tomé asiento un rato y comencé a meditar sobre mi posición frente a los demás ahí presentes. La mayoría con un estilo bohemio muy bien tallado en sus rostros y sus vestimentas, con semblante de estudiosos, lectores de tiempo pleno y escritores de buenos textos. Sin querer me estaba flagelando el alma de escritor desconocido que guardo con recelo debido al temor de declarar mi pasión por las letras.

Y un golpe más al subconsciente, pues aparte de sentirme como el gato más gato entre los asistentes, me sentía huérfano de herramientas para ofrecerles algo mejor a ustedes, mi reservado público. Querer presentar una nota sin poseer una cámara digna, conocimientos previos y sobre todo reputación otorgada por un empleo de periodista acreditado, me limitó a observar como los demás sacaban fotos y el del noticiero fastidioso le preguntaba por una obra que, al igual que mí, jamás la había escuchado (con la diferencia que yo ahora la podré leer y él ni siquiera la compró).

En fin, que se puede esperar de un primerizo como yo. Aún soy prematuro es estas tierras, no obstante, de a poco estoy aprendiendo. Y para no terminar llorando de pena por mis desgracias y limitantes, emprendí el camino hacía el hoyo marginal de donde salí, a unos pasos del museo que colinda con la asquerosa quebrada de la cual soy vecino desde que tengo memoria.

 A pesar de todo, estos pequeños espacios que busco para cultivarme de conocimientos en literatura nacional y transmitírselos a ustedes, terminan siendo una base experimental en el largo camino que me espera. Un bonito ensayo que me pone en contacto con los que ya tejieron su historia gracias a los versos del corazón, esas grandes obras que vuelan más allá de nuestras fronteras como colonos conquistando el nuevo mundo. Y si Ricardo Castrorrivas, denominado poeta de la Habana Cusca por Otoniel Guevara, pudo romper las cadenas de su época, por qué no cortar las cadenas del presente tan desfavorable para los escritores, por qué no soñar con un público salvachuco lector y analítico, por qué no ser inmortal como el cuento, inmortal como la palabra, inmortal y teórico de los mortales de este tiempo.