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Así lucia El Salvador del mundo antes del evento. |
Es sábado por la tarde,
apenas pasan de las 5:30 pm y el cielo amenaza con desplomarse sin piedad sobre
el asfalto que comienza a enfriarse a medida el sol se esconde. A pesar del
llamado de atención a llevar un paraguas, me decido por salir de casa sin nada
en mis manos. Sin embargo, hay una diferencia en esta última misión ya que no
me encaminaré solo sino con una colaboradora que, voluntariamente, se ofreció a
fungir como mi fotoperiodista sin credencial ni experiencia. Eso no era
problema ni representaba un obstáculo para poder realizar el trabajo que nos
propusimos junto a ella desde el día miércoles, cuando le comenté acerca de mis
planes periodísticos para el fin de semana.
Sin pensarlo demasiado
le pusimos fecha y hora a la misión a la cual se sumaron más personas conocidas
que nos acompañarían en calidad de espectadores. Hago esa clasificación pues,
aunque mi compañera y yo parecíamos del mismo tipo, realmente nuestros sentidos
no bajarían la guardia en ningún momento y entre más nos acomodábamos al
ambiente más nos desenvolvíamos en el instinto cazador de un periodista astuto,
observador e interprete de su alrededor.
Comenzamos la travesía
hacia el Carnaval agostino con unos
minutos de retraso. Caminamos hacía la parada de buses pues vimos muy probable
que la lluvia nos sorprendería a medio camino. Al final no sirvió de mucho y
demoramos más tratando de abordar algún autobús medio vacío el cual nunca pasó.
Entonces nos dispusimos a caminar con las feroces nubes grisáceas en el horizonte.
Para fortuna nuestra, lo que parecía una tormenta típica de todas las noches
anteriores no pasó de unas cuantas gotas finas y aisladas. Quizá fue cuestión
de suerte que no se nos viniera la tempestad encima para poder disfrutar el
resto de la noche sin riesgo de quedar empapados.
El cielo se descobijó
de la humedad ahuyentando los fantasmas que inquietaban a los presentes y más
aun a nuestro alcalde que había dado órdenes de suspender el desfile en caso el
clima no lo permitiera. Hasta entonces todo marchaba según lo proyectado.
Aguardamos a un costado de la estatua del Divino
salvador del mundo mientras el desfile no se acercaba. Frente al monumento
ensayaban los músicos de la Orquesta de
Kiko Arteaga quienes participarían más adelante.
Pero, mas que las notas cumbianberas del percusionista, lo
que robó nuestra atención durante largo rato fue un juguete luminoso que varios
comerciantes ofrecían al púbico a un dólar. - ¡Vaya el vuela vuela! A dólar a dólar el vuela vuela – Me fue
difícil comprender el nombre de ese objeto volador a primera instancia, aunque
para mi compañera se trataban de luciérnagas
que eran arrojadas con una especie de ondilla
elástica. Aquel juguetito salía disparado y luego caía suavemente con ayuda de
unas pequeñas hélices en la parte superior. Ahí es donde está la similitud con
las luciérnagas ya que su tamaño, el
movimiento en espiral y la luz creaban esa semejanza. Y no solo eso pues, luciérnagas, era un nombre más creativo
que un simple vuela-vuela.
Muchos a nuestra
alrededor lanzaban una y otra vez sus luciérnagas
(un nombre más acorde a su forma) haciendo que el cielo azulado se pintara con
chispas multicolores y llamativas. La competencia de este llamativo objeto eran
unas varitas coloridas, parpadeantes y con mechones que se agitaban fácilmente.
La mayoría de ventas que pudimos observar en ese rato de espera combinaban de
acuerdo con la oscuridad de la noche y la luminosidad que engalanaba toda el
área.
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Frente al público la Orquesta de Kiko Arteaga. |
Mi acompañante y
fotoperiodista decidió movilizarse para comenzar su primeriza labor de fotógrafa
empírica. Rodeamos el monumento a fin de sacar buenas tomas. Lo que nos llamó
la atención era que aun había poca gente, quizá por la constante amenaza lluviosa.
A lo lejos escuchamos los golpes del bombo indicándonos que el desfile había
iniciado. Eso nos hizo caminar hacia la calle que conduce al Paseo General Escalón. Para esta ocasión, el desfile fue acompañado por una banda de paz, cinco carrosas y una batucada
con sus respectivas bailarinas de zamba.
Algo curioso fue ver a
los demás fotoperiodistas trepados en la maya de contención de la pasarela para
obtener mejores ángulos. Claro, si ellos pueden por qué mi compañera no iba a
intentarlo. Así que subió los escalones hasta alcanzar a los ingeniosos hombres
en lo alto de la pasarela. Por su seguridad no quiso hacer lo mismo que ellos
pero lo que cuenta es su audacia e instinto fotógrafo.
Cada una de las
señoritas que se conducían en las carrosas bien iluminadas vestían atuendos
alusivos a los cinco continentes. El diseñador, que por cierto es de nuestro
país, explicó sobre sus vestidos al término del recorrido. Aunque, para gustos
propios, la que no decepcionó en ninguno de los trajes que vistió durante cada
evento fue la reina de los festejos patronales Magaly Cea. Su belleza me dejó pasmado desde que su imagen se postró
en mis ojos a su paso por el desfile. Traté de disimular pero parecía imposible
no sonreír con ella cuando volteaba a la cámara y mostraba su lindo rostro despampanante
y risueño.
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Imágenes del desfile - Nancy Gomez |
El desfile recorrió
unos trecientos metros desde su partida hasta darle media vuelta al redondel
del monumento a nuestro patrono. Cuando se acercaba al final, don Norman,
nuestro celebre alcalde, detuvo en varias ocasiones su auto clásico en el que
se conducía para dejarse fotografiar por su fanaticada. No quitaba esa sonrisa
de patriota aclamado y devoto a su cargo. Casi que me convence de pedirle una
foto pero luego recordé que no era necesario si de todos modos su rostro
aparece en anuncios publicitarios referentes a su “majestuosa labor” de
alcalde, en las encuestas de preferencias para candidaturas presidenciales, en
banners, en calendarios, en delantales y no me extrañaría que próximamente lo
porten los pertenecientes al tricolor
en sus camisas de campaña, al lado de su escudo y sobre su lema tan conocido y
cantado una y otra vez.
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El auto del alcalde Norman Quijano- Nancy Gomez. |
Para ese entonces mi
reloj marcaba las 7:20 pm. La afluencia de personas había incrementado pues,
frente al escenario improvisado donde se presentarían varios grupos musicales y
artísticos, ya no quedaban asientos desocupados. El animador del evento alzó la
voz para indicar que el alcalde daría sus palabras antes del inicio del último
de los festejos al que, más adelante, él mismo llamó “el festejo popular” y ya verán por qué. En no más de 10 minutos
nuestro edil pronunció su discurso a secas, sin guion ni titubeos. Entre su
fervor y heroísmo invitaba a que todos disfrutaran de esa fiesta aunque lo que
trataba de decir era que no pensaran en la cuenta, en los impuestos saldaría
las deudas.
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Carrosa participante - Nancy Gomez. |
Inmediatamente, un
grupo de hombres mayores entonó canciones como emulando al Trio Los Panchos. Su sutileza y dulces notas relajaban el ambiente
nocturno; sin embargo, no todo era calmo, sobre todo para los “siempre listos”
agentes del CAM quienes por varias horas jugaron al gato y al ratón con los
pobres vendedores informales. Mi atención se centro en sus movimientos ya que
hubo una vendedora de papas fritas a la que sacaron alrededor de tres veces por
su insistencia o más bien, su necesidad de obtener ganancias esa noche. Algunos
intrépidos burlaban a los del CAM escondiendo sus productos o pasando desapercibidos
frente a la gente. Al que nunca detectaron los ojos de águila tuerta fue a uno que vendía maní a veinticinco
centavos pues escondía sus pequeñas porciones de la vista de los agentes y,
cada vez que lo solicitaban, se agachaba para ocultarse entre las sillas y las
espaldas de los espectadores. Todo un genio y artista del camuflaje.
Pero, después de todo,
la persecución de los agentes no duraría mucho ya que una hora y media pasaron
para que no se volvieran a aparecer y así hasta los vendedores de cerveza se
animaron a entrar por entre las sillas y el público. La gente de seguro no se
percató de esta competencia brutal y represiva pues estaban más atentos a la
voz de los intérpretes quienes, al finalizar su participación, con toda su
experiencia de ingenieros, licenciados y arquitectos pronunciaron una sabia
frase: “Nosotros somos profesionales que
hacemos música y no músicos profesionales”.
Luego, se vino la
participación de Henry Mejía, un
artista salvadoreño, en compañía de los músicos de la Orquesta de Kiko Arteaga. Las canciones que interpretó
provocaron gritos de los asistentes y, sobre todo, de unos jóvenes que cantaban
a todo sentimiento las melodías de despecho y desolación, clásicas para
escuchar con unos cuantos litros de cerveza en el organismo. No obstante, esos
dos sujetos ya se habían adelantado con el festejo y se balanceaban de manera errática
portando en sus manos las latas de una de las cerveceras orgullosamente
salvadoreñas… el cáliz de fuego para
los que les gusta perderse en su narcótico tinte dorado, espumoso y embriagante.
A continuación, un
grupo de niños realizaron un acto artístico que pocos entendían, me incluyo yo
y mi compañera. Eso es lo que nos pasa a todos cuando nos alejamos de las
artes, incluyendo la literatura, las artes plásticas, el teatro, la danza folklórica,
la opera, la música docta y todo eso que para nosotros parece astral y
aburrido. Por eso no me extrañó que las personas comenzaran a levantarse de sus
asientos y dirigirse a lo que ellos consideraban el verdadero objetivo de estar
ahí, me refiero a la zona donde tocarían varías orquestas y grupos nacionales, la verdadera pachanga.
Y para que hubiese una
excusa más justificable, se empieza a sentir una leve brisa y gotas gruesas que
caen desde arriba. Entonces sí, todos a correr para hacer la fila y entrar a la
zona popular que el alcalde tanto
resaltó en su presentación a la fanaticada. No negaré que también nos
movilizamos rápidamente para ingresar a esa zona la cual se veía con bastante afluencia.
Sin embargo, ocurría algo pocas veces visto.
Si en nuestro país hay
más mujeres que hombres, dónde estaban las demás. Si digo esto es porque los
agentes de seguridad formaron dos filas y la que resultó ser más concurrida fue
la de los hombres. Entonces me pregunté en dónde habían dejado a sus novias,
esposas, amigas, suegras, hermanas, primas y por qué no, hasta las amantes. De
seguro las encajonaron en casa, les dejaron el encargo de cuidar a los hijos y
salieron sin el anillo comprometedor. Y para los que no están casados como yo,
simplemente tomaron camino sin avisar pues un oasis de alcohol les esperaba en
la entrada, que más pedir para pasarla bien.
Al entrar el aire
pesado de nicotina y aliento a fermentado invadía el paso entre la gente. Era surrealista
ver como la Alameda Roosevelt, que en días normales luce cargada de buses y
autos, ahora se encontraba rebalsando de visitantes deseosos de encontrar el
mejor ambiente en un fin de semana sin aguaceros. Sin duda había que aprovechar
y muchos ya bailaban al compás de la cumbia de La Fuerza Band, Orquesta La Casino, La sonora dinamita, Grupo
Tentación, La Platinum y entre otros géneros también estaba Amaretto y Eskina Opuesta.
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Batucada participante del desfile - Nancy Gomez. |
La algarabía resonaba
en los parlantes de cada tarima, de cada grupo y orquesta, al mismo tiempo que
se reflejaba en los rostros de la gente, pero sobre todo en sus movimientos
corporales los cuales invitaban a dejarse llevar por el frenesí que nos
envolvía. Todo era fiesta, vicio, baile y diversión. Ahora ya quedó claro el
concepto bien otorgado por don Norman de La
fiesta popular.
Y ya que lo volvemos a
mencionar, él y su comitiva junto a la hermosa reina de las fiestas se acercaron
a presenciar la actuación de La Orquesta
Platinum. Como es obvio en tremendas personalidades, no podían faltar los
agentes de seguridad del tipo PPI,
por si algún ebrio se acercaba demasiado o por si alguna mujer afanada se le
colgaba del cuello para sentirse afortunada de abrazar al honorable alcalde.
Poco después se retiro rodeado de sus guaruras y tras él, un gentío queriéndolo
saludar o tan solo estrecharle la mano y sacarle una foto. Saben que él no se
niega a saludar pues juega muy bien con el precio de la fama y la popularidad.
Hay que aprender mucho de nuestro alcalde para ver si algún día nos hereda el
puesto, las deudas, las demandas y a toda esa fanaticada que lo adora.
La noche avanzaba y la
alameda estaba a estallar de tantos que ingresaban. En una de esas nos
detuvimos a ver a los de Eskina Opuesta que,
a pesar que ya no son los mismos de antes, siempre he seguido su música ska que invita al desorden, las
tiraderas y los corridos al estilo mendigo
aventurero. Luego de un par de canciones comenzó el desenfreno de los
jóvenes que bailaban, se golpeaban tirando puntapiés, puñetazos y empujones a
los que se introducían al círculo de la
locura. Desde la tarima, uno de los cantantes pedía moderación pero nadie
quería escuchar de prohibiciones sino solo más ska revoltoso y pegajoso. Claro que dentro del desorden no faltó
quien se pasara de golpetazos y fuera sacado por la policía que se mantuvo
cerca de los envilecidos jóvenes.
Las orquestas en toda
la alameda Roosevelt seguirían tocando para los asistentes hasta muy tarde en
la madrugada. Nosotros nos retiramos pues, en cinco horas de expedición, habíamos
visto suficiente para cautivarnos. Al día siguiente el cansancio me ató a las
sabanas de mi cama lo que me valió perderme la misa oficiada todos los domingos
en mi parroquia. No obstante, el evento religioso más significativo se
realizaría en la Catedral metropolitana que para este año luciría sin sus
coloridos azulejos en la parte frontal. Esta vez serían sustituidos por un video mapping que don Norman prometió exhibir
en la tradicional Bajada del Divino
Salvador del mundo y también en el monumento que lleva el mismo nombre.
Cuando el alcalde pronunció
sus palabras en el carnaval, reconoció que la esencia de estas fiestas se
centraba en el acto religioso del día domingo, aunque por dentro sentía que sus
eventos estaban muy por encima pues así lo manifiesta la gente. Sea como sea
dijo la verdad, a pesar que no muchos se den cuenta de que la vacación es
conmemorativa a este hecho relatado en el nuevo testamento de la biblia.
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La tradicional bajada del Salvador del mundo - Fuente Diario la página. |
Dicha celebración no
varía mucho con el paso de los años. Se celebra una misa en vísperas de la
bajada, se realiza una procesión que es acompañada por todos los obispos de las
diócesis y arquidiócesis del país para culminar con la representación de la
transfiguración de nuestro Señor
Jesucristo frente a la Catedral. Todo esto jamás lo he presenciado en
directo frente a mis ojos, pues en mi familia no existe ese hábito de asistir. Por
tal razón no quiero entrar en detalles respecto a lo que sucedió ahí y tampoco
al movimiento de masas en los campos de Don
Rúa (para los de menos recursos) y en la Feria CONSUMA (para los que saben que no tiene y aun así pagan a precio
de feria).
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El Salvador del Mundo - Nancy Gomez. |
Estos lugares son una
tradición impregnada en tiempos de festejos patronales, por lo tanto, no
encontré la necesidad de caer en la tentación de consumir y luego solo sacar
polvo de mis bolsillos. Además, para nadie es desconocido las multitudes que
asisten a estos campos de juegos mecánicos (en su mayoría adolescentes y jóvenes)
pero que al final se vuelven los focos del comercio, oportunidades de trabajo y
de diversión para los que no tienen más que hacer.
Así son nuestras
fiestas. Las ruedas, los elotes locos,
las papas fritas, churros españoles, yuca frita, tostadas y una infinidad
de comida que nos espera a las afueras de estos lugares de ocio. Los desfiles, los carnavales (y junto
a ellos el negocio cervecero), las
cofradías y los actos religiosos reúnen a nuestro pueblo que deja las
divisiones, los malestares y el estrés para vivir una semana fuera de la
realidad y de todo mal mundano de nuestro Pulgarcito.
Como dije antes, solo por estos días todos nos pintamos un rostro diferente,
guardamos la incertidumbre del fastidioso futuro y nos dedicamos a seguir la costumbre agostina que dura más de una
semana, una corta semana para los comerciantes y una larga para los que no descansan
lo suficiente. Hoy, entramos a la última etapa del año cuscatleco hasta la
llegada del adviento, la navidad y el año nuevo. Por ahora, la amnesia temporal
dará fuerzas para soportar los meses restantes y alentará a los que creen en la
verdadera razón de cada celebración de nuestra tierra maltrecha y agusanada.
Nos vemos en el otro desfile.